Edición en castellano.
Frecuentemente, a lo largo de sus dos años de vida, aparece junto a la información que ofrece el blog sobre el número de lectores que lo siguen, las banderas de los países desde donde nos leen. Para nuestra sorpresa, se ven banderas de los EEUU, de países europeos (Francia, Alemania, Gran Bretaña, Suiza, etc.), de diferentes países suramericanos y del Oriente Medio. Es la posibilidad de leernos desde cualquier parte del mundo, un hecho asociado a la edición de blogs. En principio pensamos que se trata de “vilavelleros/as” internautas repartidos por el mundo.
Pero de entre todas las banderas hay una que semanalmente está presente, la de los EEUU. ¿Quién será?, ¿qué persona desde Norteamérica estará interesada en estos retazos de vida sociocultural “on line”?
Hemos descubierto que es Loli Arnau McCall, una “vilavellera” de todo corazón que vive en los EEUU desde hace 45 años, que, a pesar del tiempo transcurrido, siempre tiene presente a nuestro pueblo, y que, cuando la ocasión lo permite, en verano, en las fiestas de Sant Xotxim, regresa al pueblo.
Lo sabemos porque ella nos ha remitido un escrito “para aportar mi grano de arena”, y dar a conocer lo que recuerda de la Vilavella y de su gente; nosotros le hemos realizado una entrevista por correo, a partir de la cual elaboramos este articulo.
Tal como ella dice “ siento profundamente la Vilavella, porque mis padres y antepasados son de aquí, mantengo contactos afectivos y familiares, y parte de mi infancia, que recuerdo con añoranza por ser la época más feliz de mi vida, la pasé aquí; siempre que puedo regreso para cargarme las pilas”. Una persona se siente siempre parte de allí donde ha vivido su infancia, está es su patria y “matria” particular. Aunque viva lejos, sus recuerdos, afectos, vivencias, y la nostalgia, marcan el territorio de su pequeño país.
Loli es hija de Mateo y María “la Rogeta”. Por circunstancias laborales de su padre nació en Vilanova de Castelló (Valencia), el año 1949, pero a los dos años la familia volvió al pueblo. Su casa está en la calle de Santa Bárbara, al lado de las antiguas escuelas, la actual Casa de la Cultura “Manuel Vicent”. En la casa familiar su madre regentaba una pequeña droguería y hemos sabido que su padre creaba perfumes además de ser ayudante de farmacia.
A Loli Arnau los años de infancia vividos en la Vilavella le han dejado una intensa huella. Recuerda “ la escuela que tenia al lado de casa, los juegos con los amigos y primos en el callejón que comunica con el Poble Nou; evoco cuando iba a por agua a la fuente y me quedaba a jugar en la glorieta, donde sentía el aroma del jazmín del jardín de una casa contigua ( la de “les cavalleres”), me acuerdo de cuando acompañaba a mi madre y mi hermana al lavadero y yo lavaba los pañuelos de mi padre que trabajaba en la farmacia, de la vaquería de Antonio y Vicente, situada al lado de mi casa, cuando ordeñaban las vacas y nos daban un vaso de leche….”
Tantas vivencias, que recuerda con emoción, acabaron el año 1957, cuando, tras tomar la comunión, la familia ha de trasladarse a San Martín de Valdeiglesias (Madrid) por motivos de trabajo de su padre, y, según evoca Loli, “aquel fue el peor día de mi vida, porque la Vilavella era mi casa, mi pueblo, mi gente”.
Inicia una nueva etapa, otro volver a empezar, una situación que repetirá diferentes veces a lo largo de su vida.
Instalada la familia en Madrid, vive su adolescencia, y no será hasta los 15 años cuando vuelve de nuevo al pueblo durante las vacaciones de verano, con ocasión de las fiestas de Sant Xotxim y Festa de la Vila, “venia con mis hermanos en autobús desde Madrid, y cuando regresábamos volvíamos cargados de “garrofó”, morcillas, longanizas, agua de la Font Calda, mi madre decía que con ella la paella le salía mejor.” De esa época recuerda los veranos de su adolescencia, cuando iba a ver los toros de Sant Xotxim a casa de la familia de Paquita y Lolita, al Barranc; las vaquillas de la plaza, las meriendas de tomate con longanizas en los carros… pero sobretodo el reencontrarse de nuevo con su gente y amistades, un ritual que ha mantenido también de adulta, allá donde viviera.

Loli con sus tres hijos: Mary Ann, Nannette y Ramón, y su hermana Tere
Ya más entrada en años trabaja en Madrid en un laboratorio de medicinas, y conoce a su primer marido, un militar estadounidense con quien se casa, tiene su primera hija y lo destinan a Texas. De España a los EEUU, de nuevo iniciar una inédita fase; esta vez en un lugar diferente que llegará a ser su segundo país. Allí nace su segunda hija y finalizada la carrera militar de su esposo se traslada a California, donde nace el tercer hijo.
Durante esta época estuvo largo tiempo sin venir, puesto que moverse con tres hijos pequeños no es tarea fácil viniendo de tan lejos. Pero añoraba su gente, la nostalgia podía más, y he aquí que un verano decide coger a sus tres hijos, Mary Ann, de cuatro años, Nannette, de dos, y Ramón, de nueve meses, y repleta la maleta de biberones y pañales, vía Nueva York toma camino hacia la Vilavella, acción que repetirá cada dos o tres años. A sus hijos también les ha entrado el cariño hacia el pueblo, comenta que “ aún recuerdan frases en valenciano, que les hace mucha gracia, y que alguien les haría repetir de pequeños como, cacauets i tramussets, qui rosega, xiquets?, y tanca la porta i porta la clau”.
En este tiempo trabajaba en una oficina, y como el derecho a las vacaciones allí es diferente puesto que dan una semana cada dos años, solamente podía volver con esta frecuencia. Pero, fielmente, el ritual de regreso al pueblo se repetía de forma inaplazable.
El destino, esta vez en forma de infortunio, hace que enviude a los 43 años, su marido muere en un accidente hace ahora 25 años. Como si su vida hubiera estado marcada, un sucesivo volver a empezar aparece de nuevo, ahora sola con tres hijos.

Loli con su marido Douglas McCall
Durante diez años continua sola, hasta conocer a quien ahora es su actual marido, Douglas McCall, con quien lleva casada 17 años, y como no podía ser de otra forma, le traslada el cariño por la Vilavella.
Una vez jubilados venden la casa de California y se trasladan a Boulder City, Nevada, “un lugar más tranquilo que California, a 30 minutos de las Vegas y a tres horas del Gran Cañón del Colorado. Al nuevo destino me siguen mi hija Mary Ann con sus dos hijas, a las que ahora cuido”.
El constante cambio está presente en su trayectoria vital: la Vilavella – Madrid – Texas – California – Nevada.
Actualmente su vida transcurre entre el voluntariado en el colegio de sus nietas, el gimnasio – tres días a la semana – , caminar diariamente cuatro quilómetros, quedar con mis amigas para comer, cuidar una pequeña huerta ecológica con judías verdes, tomates, ajos, calabacines, árboles frutales para hacer mermeladas, etc., al tiempo que viaja con su marido los fines de semana por EEUU “que es tan grande que todo queda muy lejano. A Douglas le gusta pescar en el rio Colorado, a tan solo cinco minutos de casa.”

Cocinando la paella con una amiga.
“Mantengo la costumbre de cocinar la paella, y cuando organizo una fiesta los amigos me piden tortilla de patatas, jamón y queso, ajoaceite…..comida española, no se van hasta que les hago chocolate con churros; cocina muy diferente a la de aquí, que es muy variada ( pucheros, estofados, carnes al horno…) predominando la mejicana e italiana, y les gusta montar barbacoas con filetes de pollo; de todas formas se intenta comer de forma saludable, todo no son las hamburguesas i salchichas como muestra la TV.

Loli con su hija Mary Ann y sus dos nietas Nichole y Ava en Boulder City donde residen.

Loli con su hijo Ramón y su mujer Valery con sus dos hijos Andrés y Mateo a la izquierda, y con su hija Nannette y su marido Shad con sus dos hijos Jericho y Abram a la derecha, en Hawai donde viven.
El estilo de vida es muy diferente, se levantan bien de mañana y a la 10 de la noche se van a dormir. En realidad, la vida en los EEUU es un poco monótona, al menos para mí, si pudiera volvería a la Vilavella, echo de menos a mi gente, los de siempre y a las nuevas amistades, ir con Rosita a la Caixa, tomar una cerveza al bar del Gallo, un bocadillo al Titi y una sepia a C’ Alberto, y, sobretodo guisar una paella con Juanvi, Ximo, Pascual y Vicente, estar con mis amistades y con mi familia, los Zaragoza – Caballer y los Arnau – Molés. Pero tengo a mi hija y dos nietas conmigo, además de los otros dos hijos y cuatro nietos que viven en Hawai y siempre que puedo los visito.
Con todo, no renuncio, de ninguna de las maneras, a acercarme al pueblo los veranos por Sant Xotxim, puesto que me siento una vilavellera más, y gracias a Internet estoy en contacto diario con lo que se publica sobre la Vilavella: mediante el blog de la asociación de vecinos, las cuentas de Facebook del ayuntamiento, la del museo o la parroquia.”
Loli, lo sabemos quienes la conocen y hemos descubierto nosotros, es una mujer vitalista, alegre, que vive con entusiasmo la relación con sus amistades, y lleva la Vilavella en el corazón. A ella le gusta que la llamen LOLI LA VILAVELLERA, ¿Cómo sonará en el inglés americano? Cuando vuelva a estar entre nosotros se lo preguntaremos, esperamos que sea pronto.
En el instante final de la entrevista quiere transmitir un VISCA LA VILAVELLA I LA SEUA GENT (Viva la Vilavella y su gente).
Texto: Joan Badenes a partir de la entrevista con Loli Arnau McCall.
Fotografias de Loli Arnau McCall
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