Joan Antoni Vicent Cavaller
L’any 1997, al llibre La Vilavella, Memòria Fotogràfica, es va publicar una fotografía corresponent al sometent vilaveller (plana 90). L’original pertanyia a Vicente Vicent Martínez (Vicentet de Robres), que apareix assegut a la primera filera.
La foto resultava molt curiosa, però estava mancada d’enquadrament. Fins que, recentment, l’historiador xilxer Ferran Valls, ens ha tramés, molt amablement, còpia d’un article periodístic que ens contextualitza el moment a la perfecció. Moltes gràcies, Ferran.
A la instantània podem reconèixer algunes persones de les tres primeres filades. A la inferior, d’esquerra a dreta, Vicente Vicent Martínez (Vicentet de Robres, 1919-2005) i Vicente Huesa Monlleó, sostenint un paper, presumiblement un discurs.
A la segona, mossèn Antonio Vidal, el rector d’Onda (traspassat l’any 1929), Blai Huesa Recatalà (Blai de Huesa, 1879-1952, cap local del sometent), l’alcalde, Rafael Arnau Català i mossèn Ramon Ballester Granell, assassinat l’agost de 1936. A la tercera, el dolçainer Pasqual Sanahuja Casino (Pasqual de Rovell, 1897-1981), Vicente Vicent Ballester (Vicentet de Robres pare, 1882-1962), desconegut, el mestre Enrique Ballester Gozalvo (sostenint el banderí), Sebastià Roig Casino, Sebastià Vicent Ballester (Sebastià Robres, 1894-1973); molt probablement, un caporal foraster i desconegut. De la línia superior tan sols hem pogut identificar al primer sometent de la banda esquerra, Vicent Roig Casino (1894-1973) que esdevindrà, en 1939, alcalde de la vila. La gran absent, com veurem en llegir la crònica, és la padrina i brodadora del banderí, la mestra Francisca Tena Fuster, esposa d’Enrique Ballester.
Blai de Huesa, terratinent acomodat, va bastir, als inicis del segle XX la casa modernista del carrer de Sant Vicent número 19, encara en peu. Es va casar amb Maria Rosa Monlleó Adsuara. El matrimoni va tindre quatre fills, tots varen morir ben jovenets: Blai, Serafina, Vicente i Rosita. Una autèntica tragèdia que va ser acceptada amb resignació.
La institució del Sometent va nàixer a la Catalunya medieval, conformada com a milícia local. Durant la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) es va estendre per tot arreu. Esdevingué, aviat, un dels pilars del règim, conjuntament amb la Unión Patriótica, el partit únic de la dictadura. El sometent va ser dissolt per la II República, però va ser restablert per Franco. En 1978 el Senat el va dissoldre definitivament.
Primo de Rivera va conformar el sometent com un cos armat de persones conservadores i respectables, amatents del règim i de l’ordre burgés, ensems que impregnades d’un fort component patriòtic i religiós. Pau, Justícia i Ordre. Un acte clau en la constitució d’un sometent local el constituïa la benedicció de la bandera. La premsa de l’època se’n feia ressò. El cerimonial estava sempre tallat per un mateix patró: Benedicció del banderí, discursos -ben vibrants- del clergat, la padrina o els caporals i banquet cívic, a la casa d’un veí destacat o a un local de prestigi.
A La Vilavella es va elegir per a la benedicció una data clau, el dia del patró. L’article –anònim- que tot seguit es transcriu, publicat tot just al jorn següent, descriu, fil per randa, la inoblidable jornada.
Transcripció
(La Provincia Nueva, núm. 106, 21 de gener de 1925, plana 10)
Bendición del banderín del Somatén de Villavieja.
A las nueve de la mañana llegaron en automóvil el comandante auxiliar de somatenes don Rau [?] Salamero y el cabo del Partido don Juan Ezquerdo Zaragoza, siendo esperados en la entrada del pueblo por todo el somatén con armas y distintivos.
Seguidamente se trasladaron a casa del cabo don Blas Huesa Recatalá, donde recogieron el banderín, primorosamente confeccionado por la culta e ilustrada maestra nacional doña Francisca Tena Fuster, que ha conseguido hacer una verdadera obra de arte. El banderín es de color rojo, con el escudo de Villavieja en el centro, bordado en seda de colores y la inscripción en oro de “Somatén del distrito municipal de Villavieja”.
Desde allí se trasladaron al ayuntamiento y después de saludar al alcalde y concejales se formó la comitiva llevando en cabeza la música “Unión Musical” detrás el somatén formado con el Banderín y presidido por el señor Salamero, el cabo del partido y el cabo y subcabo del distrito, cerrando la comitiva el Ayuntamiento en corporación presidido por el alcalde don Rafael Arnau Catalá, entrando en la iglesia parroquial de la Sagrada Familia donde se entronizó la procesión de la sagrada reliquia, trasladándose a la ermita de San Sebastián.
El somatén cerraba la procesión dándole guardia de honor, llevando a su cabeza a la madrina, doña Francisca Tena Fuster, el cabo del partido y a los señores Huesa y Zaragoza cabo y subcabo del distrito.
Una vez en la ermita el párroco don Antonio Vidal bendijo solemnemente el banderín del somatén, pronunciando al final una patriótica plática, terminando con un viva España que fue calurosamente contestado por el somatén y muchísimo público, así como otro dado por el comandante auxiliar al Somatén de Villavieja, contestándose con un viva a nuestro comandante que obtuvo igual aceptación.
Seguidamente se celebró misa solemne y sermón que pronunció un señor canónigo de Segorbe, en él tuvo frases de consideración para el somatén y luego procesionalmente y en el mismo orden regresaron a la iglesia y después de acompañar al Ayuntamiento a la casa Capitular llevamos el banderín a la casa del cabo señor Huesa donde quedó depositado, siendo obsequiados por el dueño de la casa con un espléndido lunch.
Después fueron obsequiados los invitados por el somatén con un abundante y bien servido banquete en el Hotel Galofre, banquete que presidió la madrina, el comandante, el cabo del partido y el teniente alcalde don Enrique Ballester Gozalbo, llegando al final de la comida las autoridades y clero que fueron obsequiadísimos con habanos y champagne por el somatén. Al final les dirigió la palabra el señor Salamero felicitándoles por el éxito de la fiesta, dándoles gracias a la madrina y autoridades por haber realzado el acto con su presencia.
Les exhortó a que continuaran colaborando en pro del engrandecimiento del somatén, y que había bendecido ese día la iglesia, les guíe también por el camino del derecho, la justicia y de la moralidad, no empleando las armas que tenía en su poder más que en defensa de las buenas causas, como son el orden social, cumplimiento y respeto a las leyes, defensa de la religión de sus mayores y protección de la mujer y nunca en beneficio de sus intereses particulares ni para satisfacer venganzas personales y muchísimo menos venganzas políticas.
Recalcó que el somatén no debe ni puede ser político, ni en él se puede hacer política alguna, respetándose las ideas de cada uno, ni jamás molestarle por ellas, porque el somatén debe ser con respecto a la política como un oasis en el desierto, punto de descanso y refresco de las enconadas luchas políticas, que por desgracia son patrimonio de todos los pueblos de España, les aseguró que nunca sus jefes les pedirían esto a favor de persona determinada ni les harían indicación alguna en este sentido, pues dentro del somatén cada uno podía tener un ideal político, y deliberadamente emitir el sufragio con arreglo a sus convicciones.
Terminó vitoreando a España, a Villavieja y el Somatén Nacional, siendo largo rato aplaudido y vitoreado por los allí presentes, distinguiéndose en las felicitaciones el clero. Le contestó el teniente de alcalde don Enrique Ballester, quien glosó los párrafos del anterior discurso, elogiando y ensalzando grandemente al Somatén y diciéndose a él como admirador, si bien por impedimento judicial podía ser somatén activo, terminó con los mismos vivas que los dados por el señor Salamero, siempre aplaudidísimo y por aclamación se acordó admitirlo en el Somatén como somatén sin armas.
Después fueron acompañados los invitados, dando una vuelta por el pueblo, viendo la fuente romana, algunos balnearios, la cantera del puerto de Burriana, recibiendo por la tarde el señor Salamero numerosas comisiones de somatenistas de los pueblos de las cercanías, que fueron a saludarle.
A las seis de la tarde regresó el señor Salamero a Castellón con el automóvil del cabo del partido don Juan Ezquerdo, siendo despedido por todo el somatén y numeroso público a las afueras del pueblo.
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